Esencias Patagonia, una inmersión en Chile salvaje Chile, la espalda del dragón

Siempre he amado la naturaleza de Chile y ahora viviendo en el extranjero, aún más he aprendido a admirarla. Los Andes son parte fundamental no solo de nuestra geografía sino de nuestra visión de nosotros mismos, recordándonos siempre lo pequeños y vulnerables que somos. Y aunque muchas veces nos sentimos dueños, nuestra tierra se encarga con un remezón de recordarnos que somos hijos, vulnerables y dependientes no solo de sus recursos sino también de su cobijo omnipresente casi maternal. Tenemos además climas tan extremos como el desierto de Atacama, el más seco del mundo, el bosque templado lluvioso, fiordos y archipiélagos al sur y los campos de hielo, que se encuentran dentro de las tres mayores reservas de agua dulce del planeta. Además, con la mayoría de nuestra población concentrada en la zona central, gran parte de nuestro territorio permanece despoblado, dejando espacio a esta madre naturaleza poderosa y mística para seguir tejiendo su cadencia silenciosa. En su calma resiliente ella se reconstruye cada estación, invitándonos hoy a escucharla y aprender de ella.

Desde pequeña, cada fin de semana era una excusa para ir a acampar a algún lugar desconocido. Mi abuelo, biólogo, ecólogo y botánico, nos enseñaba sobre sus ‘bichos del mar’, flores y fotografía. Mi mamá, Sandra,  sacó de él la afición por las plantas, flores nativas y el montañismo. Pasamos años explorando los paisajes más remotos de Chile, buscando flores extrañas para su colección de fotografías. que rebalsaba los estantes de la casa. 

Luego estudió la flora nativa y trabajó por muchos años organizando excursiones de observación de naturaleza, especialmente de flora, comenzó a guiar tours al desierto florido, donde esas flores perfectamente diseñadas salen a la luz luego de años esperando bajo tierra. Yo aprendía de ella con atención, pero mi interés genuino estaba siempre un poco más arriba, en el aire, y a menudo me distraía mirando los pájaros que nos rodeaban.

El llamado de las Esencias: de la avalancha a Patagonia

Fue el año 2002, una avalancha dejó atrapada a mi mamá en una de sus excursiones de montañismo al pequeño grupo de montañistas en que iba a mi mamá llevándolos al borde de la muerte, fue entonces que las terapias complementarias entraron con fuerza en nuestra vida. Primero fue la sanación con las manos y luego el descubrimiento que cambiaría nuestras vidas; las Flores de Bach. Junto con Bach, Sandra estudió Flores de Bush, California y muchas otras esencias hermosas que provocaron profundas transformaciones. Pronto Sandra se sintió atraída hacia la preparación de sus propias esencias, en un sueño por aprender del Alma de las Flores, como ella describe el proceso de sintonización. Intrigada por las enseñanzas que sus amadas flores esperaban mostrarnos. Desde ese momento no dejó de tomar nota de todo lo que le sucedía a ella y a las personas que tomaron sus esencias. Sandra reunió una cantidad impresionante de sueños, experiencias y transformaciones físicas y emocionales que comenzaron a articularse en un profundo sentido. En la necesidad de comprender y relacionar todas estas observaciones, estudió las estructuras energéticas del ser humano, chakras, meridianos y así fuimos descubriendo y relacionando esencias con estas estructuras y explicándonos muchos de sus efectos a nivel del sistema integrado que somos.. Sus detalladas observaciones parecían estar organizadas de alguna manera y seguir una ruta particular durante el transcurso de la terapia que se repetía una y otra vez; comenzamos a agrupar las esencias por Chakras, lo que ayudó a poner todo en su lugar.

 

Mientras tanto, yo terminaba de estudiar Arte y enfrentaba una crisis vocacional. De golpe decidí ir a uno de los pocos lugares en Chile que no había explorado: Patagonia sur. Compré mis boletos de avión, una carpa liviana y me fui a lo que sería un mes en Patagonia, partiendo por el Parque Nacional Torres del Paine. Las interminables estepas abiertas, las formaciones geográficas tan únicas y los glaciares cautivaron mi corazón. Quien haya ido seguro recordará el viento, que como pronto descubrí puede literalmente sacarte volando, haciéndote sentir pequeño y vivo al mismo tiempo. La sensación del viento patagónico es como la belleza de la muerte: arranca todo lo que no es esencial y te encara de frente con tu esencia. Patagonia es como el sacro de América, el lugar donde los Andes, su columna vertebral, se hunde en el océano creando un vórtice donde convergen energías nuevas y antiguas. Esta energía desnuda y resiliente sería luego sería el sello de nuestras esencias. Aunque no todas ellas son especies de la Patagonia misma, sí encarna cada una esta potencia de haberse especializado para sobrevivir con gracia en un lugar hostil y poco intervenido.

Al terminar la caminata me invitaron a trabajar en un hotel ecológico dentro del parque, así comenzaron 8 años guiando en Patagonia. Aquí conecté con algunas de mis pasiones: las aves, las plantas, los minerales y el trato con personas singulares. A menudo me enviaban a excursiones de observación de aves y fotografía, lo que aumentó mi conexión con mis amigos aéreos y me llevó a trabajar con BirdsChile, una empresa B de donde aprendí mucho. Pero de alguna manera las cosas todavía no tenían sentido: se suponía que yo debía estar haciendo arte ¿no es así?

 

Esencias guía conduciendo el camino

El 2012 fuimos con Sandra a algunos de los lugares más remotos que había visto en esos años. Comenzamos por Sierra Baguales, una peculiar cadena montañosa que marca la frontera con Argentina. Durante largos paseos por un paisaje lleno de fósiles, animales salvajes e historia de los primeros habitantes que solían cazar allí hace 7.000 años, preparamos algunas de las principales esencias que hoy conforman Esencias Patagonia.

Una esencia maestra fue Neneo (Anarthrophyllum desideratum), un arbusto denso y espinoso con flores naranjas. Neneo nos permite conectar con las capacidades para cumplir nuestra misión en la vida, ayudando a traer a la Tierra los deseos del Alma, reuniéndonos con los compañeros de ruta y centrándonos en nuestra misión lo que es relevante para nuestro ser.. Esta potente esencia nos permitió formar un pequeño grupo de trabajo para ordenar la información acumulada y sintonizar nuevas esencias para, experimentar y finalmente escribir nuestro primer manual y así poder compartir las esencias con otros terapeutas. llevó a escribir el primer manual y encontrar un equipo de terapeutas dispuestos a estudiar las esencias y comenzar a usarlas con sus propios consultantes. Aquí es donde Soledad entró en el equipo, ella nos había ayudado desde el comienzo con el meticuloso trabajo de sintonización. Su capacidad de organización y su claridad para ejecutar eran lo que nos faltaba como equipo.

Para mí, Neneo fue el impulso final para saltar al mundo de la terapia. Tomé el Diploma con Nana Schnake en Chiloé y allí preparé mi primera esencia de ave, Zarapito (Numenius phaeopus hudsonicus). Los Zarapitos me llamaron en un sueño: estaba volando con una bandada en medio de nubes tormentosas, teníamos que ir muy lejos pero no me preocupaba, era fascinante sentir la ligereza de mi cuerpo que parecía enorme al lado del suyo. Más tarde, aprendí que los Zarapitos son uno de los mayores migradores y pueden navegar por el globo, lo que significa que saben dónde están en cada momento dado. Me hablaron en verso, al igual que todos los que vinieron después, acá les comparto un fragmento.

 

‘Aún sin conocerla con precisión, sé que tengo una misión en esta vida.

Me guía hacia ella un destino magnético.

Confío en que todo lo que tenga que ocurrir va a ocurrir en el momento preciso,

Me entrego al flujo de la vida sin temor a desviarme.

Soy el camino.’

 

Zarapito.

Tomando Zarapito surgió una profunda certeza en mí y toda la ansiedad por el futuro se disolvió en una confianza lúdica y atenta al presente. Las esencias de aves abrieron una nueva dimensión de aprendizaje. En un salto de confianza y deseo, las aves tienen que entregarse al vacío. Sus esencias activan nuestra confianza, fe y capacidad de entregarnos a la vida tal como es. Con su visión desde arriba, también nos conectan con la cualidad de la unidad; nos recuerdan que somos parte de un todo y nos invitan a expandir nuestra conciencia.

Soledad, habiendo pasado también varias temporadas explorando Patagonia, tenía su propia afición: Las piedras. Tras coleccionarlas, transformarlas en joyas terapéuticas y usarlas en gemoterapia, así que pronto recibió  se sintió llamada a su propio camino y a orientación para preparar su propia línea de esencias de los con minerales, que la habían encontrado en su camino. Preparó cada uno de forma especial, usando la luz de la Luna o el Sol, además del sol,  y creó la sorprendente mezcla que llamamos Fórmula Minerales, que permite abrir los chakras inferiores, de forma notoria en un tiempo mucho menor que cualquier esencia que hubiéramos probado. Los minerales proporcionaron la energía de profundo arraigo, fortaleza y constancia, que las Esencias Florales y de Aves no podían trabajar en tal profundidad. Así, sin darnos cuenta, se reunieron en estas 3 líneas de esencias las grandes fuerzas que rigen al ser humano: el instinto y sabiduría ancestral del reino mineral, la conciencia aportada por el reino vegetal y la fuerza del corazón, la fe,  para avanzar hacia lo desconocido de, las aves.

Desde este terreno sólido que se fue formando, ahora hay más de 150 Terapeutas Patagonia trabajando en Chile, Argentina y otros lugares del mundo. También hemos podido apoyar proyectos sociales en Chile, ofreciendo terapia vibracional y capacitación gratuita para personas en necesidad, proyecto que esperamos poder nutriendo para que crezca año a año y que así más personas puedan beneficiarse las maravillosas propiedades curativas que ofrece nuestra naturaleza.

Siguiendo las alas del corazón

El año nuevo 2016 vino una nueva esencia a removernos el camino: Carpintero Negro (Campephilus magellanicus). Esta maravillosa ave que durante años había soñado preparar llegó como una ola, dando vuelta todo y haciéndome desintoxicar mi cuerpo y mi vida, como un jardinero que recorta todo lo que aún te distrae del camino de tu alma. Mi compañero recibió una oferta de trabajo en Inglaterra y decidimos mudarnos. Era una locura, pero al mismo tiempo tenía sentido: Reino Unido es la patria de las Flores de Bach, nuestra inspiración para el trabajo en las esencias. Sin una visa o un pasaporte válido, seguí sus instrucciones y cerré todo en Chile, no por nada una amiga lo nombró “ el pájaro mandón”. Su voz clara me mantuvo calmada pero determinada, trabajando paso a paso, con la certeza y el agradecimiento de saber que como siempre, trabajamos sirviendo un plan mayor.

Por supuesto, seguimos trabajando como Equipo Patagonia, la estadía en UK nos ha permitido aprender de los procedimientos y legislaciones inglesas, regularizando la producción de nuestras esencias según estándares internacionales bajo la Asociación Británica de Productores de Esencias Florales (BAFEP, por sus siglas en inglés). El 2019 nos recibe con emocionantes oportunidades de poder seguir ofreciendo terapia, junto a publicaciones, charlas y cursos acá en la tierra del Dr. Bach. La energía sanadora de Patagonia ha sido acogida con gusto y sorpresa. Es un honor poder aportar para que se conozca acá el enorme potencial que tiene Chile en el área de las terapias complementarias, en esta isla donde pocos han oído hablar de nuestras salvajes tierras remotas.